Máximo Banguera, un hombre de negocios en el arco de El Nacional
Máximo Banguera trabaja en silencio en el complejo de El Nacional. Desde que llegó a su nuevo club, el experimentado golero guayaquileño intenta pasar inadvertido. Habla poco con los periodistas y se reúne constantemente con los asistentes del DT Eduardo Lara.
Esas charlas le sirven para mantener el foco en lo deportivo. El cambio de ciudad (vivió los últimos 10 años en Guayaquil, mientras estuvo en Barcelona) le obligó a replantearse estrategias para su negocio.
Remodeló su oficina en el Puerto Principal y contrató administradores para sus negocios. Mientras pelea por la titularidad en el complejo de Tumbaco, en su casa, todas las tardes se da un tiempo para diseñar nuevos modelos de los guantes MB1 y monitorear a sus empleados.
“Yo soy quien diseña los guantes. Entiendo a los goleros y sé lo difícil que es conseguirlos para cada condición climática. Busco la comodidad y el buen agarre a través de la tecnología”, asegura.
Máximo está enfocado en su negocio, pero concentrado en el fútbol. Se rodeó de expertos en marketing y administración, quienes lo asesoran desde Guayaquil. Incluso expandirá su marca. Quiere sacar una línea de ropa y accesorios deportivos.
En sus planes está abrir una tienda en uno de los centros comerciales porteños. “Estoy concentrado al 100% en el fútbol. Mis otras actividades no alteran”, asegura el golero de 34 años, quien tiene algunas alianzas empresariales.
Hace un mes abrió una academia deportiva en Quevedo. También tiene un centro de rehabilitación física en Urdesa, en sociedad con el galeno Bosco Mendoza Jr. “Tenemos laboratorios, consultorios, rayos X, fisioterapia, área de procedimientos. Todo lo que se necesita para tratar a deportistas”, dice orgulloso.
Pero también está enfocado en volver a jugar. En el 2019 apenas estuvo en cancha en 21 ocasiones. No ataja desde el 28 de noviembre, cuando defendió a los toreros ante Aucas.
Su objetivo es salir campeón con El Nacional. Su adaptación al equipo fue sencilla y rápida. Asegura que se respaldó en los directivos y en sus compañeros más antiguos. “Estoy contento. No me imaginé que acá en el club hubiera gente que me quisiera tanto. Eso me ayudó en lo anímico”, asegura.
Máximo no se fue bien de Barcelona. De ese tema prefiere guardar silencio. “Ya se sabrá la verdad de lo que pasó con la directiva. Por ahora no es prudente hablar de eso”, dice constantemente.
A finales del año pasado, la directiva torera decidió no continuar con él. Se fue intentando cobrar una deuda.
El 2019 fue un año complejo para el guardameta. Con Barcelona quedó eliminado de la Libertadores de forma prematura. Algo similar le sucedió en la Copa América, con la Tri. Por eso siente que en El Nacional tendrá su revancha. Desde que llegó estudia a sus compañeros de arco. Analiza sus debilidades y fortalezas.
“Llegué a una institución grande, donde me abrieron las puertas. He sentido ese respeto de los hinchas y directivos, de mis compañeros y el personal de utilería. Lo mejor que puedo hacer es devolverles todo eso con títulos”, dice.
Su primer reto, además de pelear la titularidad con Johan Padilla, será desvincularse por completo de Barcelona, en el imaginario de los hinchas.
“Que los hinchas de El Nacional me desvinculen por completo de Barcelona es complicado. Fueron 10 años en los que mantuve la titularidad. Me llevaron arqueros y no solté el arco. Hubo jóvenes que solo me vieron atajar”, aclara.
Cuando se creó la marca, Banguera se enfocó en los jóvenes. Quería impulsar la actividad desde edades tempranas. Ahora le suministra guantes a 18 goleros de las series A y B, y del fútbol femenino. “Tenemos a Víctor Mendoza (Barcelona), Irene Tobar (El Nacional) y otros arqueros que ya usan la marca”, revela.