El seleccionador
"No creo que afecte, ellos no juegan”, sentencia Eduardo Hurtado cuando se le consulta si la huida de Cruyff y Cordón será un problema para la selección de Ecuador frente a las eliminatorias. “El Tanque” fue el delantero preferido de Francisco Maturana, famoso odontólogo que construyó a la mejor selección colombiana de la historia y condujo al Atlético Nacional a ganar la primera Copa Libertadores de América para su país. “Los ecuatorianos tienen más hechos que los separan que aquellos que los unen”, decía “Pacho”, que acarició con Ecuador la clasificación a Francia 98.
Hernán Darío Gómez nos clasificó al primer mundial entre risas y bailes, mientras Jorge Luis Pinto llevó a los cuartos de final a Costa Rica con la rigidez de un general. Dirigiendo durante escasas semanas a El Nacional en 2010, se acercó a uno de los referentes acusados de indisciplina y lo increpó con una penetrante frase: “Usted no va a llegar lejos, yo sí”, espetó Pinto. Palabras proféticas de quien cuatro años después fue elegido como quinto mejor entrenador del mundo y segundo de América, solo por detrás de Diego Simeone.
Pero el seleccionador no es el tipo obsesionado en mirar partidos de fútbol que viaja por el mundo almorzando con celebridades y se para con traje en el área técnica durante seis partidos al año. “El negocio está en el entrenador”, me dijo hace tiempo un dirigente, “¿cuándo has visto que un presidente llega y se queda con el entrenador que está?”, sonreía. Para la lista de los 25 seleccionados, Hernán Darío Gómez contó en 2012 que él convocaba a quince, “los 15 míos y los 10 suyos”, le dijo al periodista Carlos Antonio Vélez, refiriéndose a que en Ecuador los dirigentes “le hablaban de jugadores”.
En la nublada frontera entre lo ético y lo legal se han movido influyentes empresarios, quienes pudieron colocar a sus representados en las nóminas de “la Tricolor”. “Un futbolista que se presenta como seleccionado nacional, convocado al menos una vez, sube impresionantemente sus bonos en el mercado de transferencias”, explicaban los paneles de analistas durante la Copa América del 2011, donde cobró relevancia la historia del Presidente de la Federación y su hijo representante de seleccionados.
Edwin Samaniego, Edwin Santi, Manuel Farez y Juan Lucero fueron seleccionados ecuatorianos a los que nadie convocó. Intentaron viajar a Estados Unidos como parte de la delegación oficial en el caso de presunto coyotaje que embarró a la Federación Ecuatoriana de Fútbol en 2006. El seleccionador, Luis Fernando Suárez, contestó que no sabía nada de aquellos forzados integrantes que, a decir de ellos mismos, merodeaban campantes y uniformados junto a la comisión.
El seleccionador no solo escoge a los once que saltan a la cancha y espera, tomando agua, que ganen el partido. El seleccionador cubre o descubre actos de indisciplina, como le sucedió a Jorge Célico cuando sus pupilos se fugaron 72 horas antes de que Lionel Messi los humille con tres goles en el mismísimo Olímpico Atahualpa, “si saco por indisciplina a cinco de mis titulares la opinión pública iba a pensar que le entregamos el partido a Argentina”, justificó. El seleccionador también puede llevarse al equipo a jugar a la sede que considere conveniente, como sugería Gustavo Quinteros cada vez que perdía en Quito, “los jugadores que convoco tienen problemas con la altura, jugar en Quito no supone ninguna ventaja para Ecuador” decía.
“El Director Técnico es apenas el 30 por ciento”, resuenan los lugares comunes cuando se analiza la influencia del entrenador en un equipo. Ecuador está a días de contratar un nuevo seleccionador que se encargue de recoger los escombros que quedan tras los continuos descalabros que vinieron luego de la despedida de Reinaldo Rueda en 2014. Probablemente su designación sea el resultado de acuerdos políticos que permitan que la mayoría del directorio de la Federación pueda salir conforme y se viabilice la gobernanza de una institución fragmentada en dos facciones. El fútbol ecuatoriano ha retrocedido varios años, reconocen sus propios actores, pero jugar hacia atrás, como en el Ajax de Louis Van Gaal, es el comienzo de un nuevo intento.