Lo que otros callan por temor o timidez, aquí se lo dice sin anestesia. Es comentarista de fútbol de EL COMERCIO. Síguelo en Twitter: @guapodelabarra
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miércoles 23 de septiembre 2020

El fracaso de BSC, Bustos y el fantasma del covid-19

Alejandro Ribadeneira

Los fanáticos de Barcelona SC están desolados por la manera en que el ídolo se despidió de todas sus opciones de avanzar en la Copa Libertadores, el trofeo que una vez estuvo tan cerca y que es una obsesión. Ser batidos por un equipo alternante que, además de ser una bolsa ambulante de coronavirus, fue vapuleado en Quito como nunca antes en la historia, ha terminado por romper el escaso crédito del entrenador Fabián Bustos.


Aunque Bustos logró que Delfín ganara el Campeonato del 2019, su llegada al ídolo nunca tuvo el consenso general. Era campeón, pero se lo acusaba de ser un devoto del estilo defensivo y de carecer de experiencia internacional. Tras las buenas sensaciones que dejó Guillermo Almada, el estilo de Bustos contrastaba con el buen trato de pelota y la propuesta ofensiva del uruguayo.

A lo largo de este año, Bustos no ha logrado contentar a los hinchas ni a los comentaristas. En la Copa, BSC perdió los tres cotejos de local y no tiene esperanzas de entrar al menos en la Sudamericana. Fatalmente, la campaña canaria estará unida para siempre al covid-19, sobre todo por la controversia del partido con Independiente del Valle (“el peor virus es el miedo”, “quiero ver ese estadio lleno”) en los inicios de la tragedia en Guayaquil y ahora con el cotejo con Flamengo, la inhabilitación/no-inhabilitación del Monumental y el reguero de contagiados del cuadro brasileño.

En lo doméstico, BSC ha dado pelea para acceder a la final, pero siempre hubo problemas en la retaguardia. El arquero Javier Burrai no ha sido tan sólido como se anhelaba y siempre la defensa la pasó mal. Para colmo, perdió a Fidel Martínez, una de las pocas vedettes de la LigaPro que quedaban, y con este delantero se fueron los regates, los goles y sobre todo la pátina de buen fútbol que podía exhibirse. Sin Fidel, BSC se convirtió en un equipo burdo al que lo desabrochan con tres pases a espaldas de los aleros y que, con cada pase entre líneas, es traumado seriamente.

Bustos, por supuesto, no es totalmente responsable de esta situación, a pesar de que no se ha visto su apoyo a los nuevos valores, que pasan en la banca. En términos globales, estamos comprobando lo que pasa cuando un club modera sus gastos y su presupuesto: BSC, por primera vez en una década, no pasará de los USD 10 millones anuales. Parece que Bustos ya no puede hacer que los jugadores que tiene rindan más porque, simplemente, no pueden. Es lo que hay.