Gabriel Achilier, el jugador más polémico de la Selección, cometió la infantil falta penal y marcó un gol de buena calidad técnica. Foto: AFP

Gabriel Achilier, el jugador más polémico de la Selección, cometió la infantil falta penal y marcó un gol de buena calidad técnica. En la foto disputa el balón con Paolo Guerrero. Foto: AFP

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6 de septiembre de 2016 23:17

Un partido, un clásico, la de cal, la de arena y la falta de colectividad

Santiago Estrella

Los clásicos tienen ese condimento en que los jugadores no ceden nada. Se lo juega al todo por el todo y si eso significa apelar a la rudeza, a la falta. Quizá no sea lo mejor del fútbol, pero a veces es necesario. Es la extremación de eso de jugar con sentimiento, sudar la camiseta de tal manera que a veces es imposible conocer las también necesarias mesura y serenidad. 


Perú-Ecuador, en el Estadio Nacional se jugó como un verdadero clásico, incluso como un partido de los viejos tiempos: mucho foul, hasta heridos, más que lesionados, como la sangre derramada de Luis Abram y Felipe Caicedo; éste pudo quedarse en el partido; aquél tuvo que salir luego de estar unos minutos. Es un hecho que a los jugadores no les gusta salir. 

Ya antes hubo una entrada fuerte de Paolo Guerrero sobre Arturo Mina, que también quedó en el suelo revolcándose del dolor. Luego, se lo devolvieron. Y así una sucesión de faltas. Hasta ahí, interesante.

¿Justifica la adrenalina esa falta de fundamentos técnicos de Gabriel Achilier para saltar a una pelota como si jugara volley y  que permitió el penal para la apertura peruana?

Luego, ¿Justifica su ánimo de revancha porque se vio cómo buscó ese balón para un impecable remate de cabeza?

¿Con cuál de los dos Achilier nos quedamos en el partido con Perú?

Más allá de lo que se pueda pensar de Achilier, con razón o sin razón, valdría rescatar algo. Se vio que quiso esa revancha y la buscó. Y la consiguió. Hay que estar en sus zapatos. Muchos -cualquiera de nosotros- se habrían puesto a pensar en todo lo que se diría de él con esa falta penal (de hecho, se convirtió de inmediato en tendencia en Twitter). Muchos -cualquiera de nosotros- habría pedido incluso el cambio y decir: ya no juego más. Pero en esa gana de revertir la mala es también parte del fútbol. Pero esa mano es, además, inadmisible. Hasta es un salto poco natural. Y hay que hacer un salto no natural con el poco tiempo que existe en una jugada. 

Será Achilier la fijación de muchos en ester partido, pero ¿qué decir del juego colectivo de Ecuador? Fue solvente en la recuperación de la pelota, pero poco o nada de construcción ofensiva. Hubo poca conjunción entre Miller Bolaños, Felipe Caicedo, Énner Valencia, 

el rendimiento colectivo de la Selección se puede decir que jugó bien en recuperación, pero pocas jugadas hubo para decir que es el resultado de concepción de juego. Pero obviamente, Perú no dejó a Ecuador jugar y éste hizo lo mismo con aquel. Fue un juego en el que los medios campos no supieron generar un fútbol suficiente. 

Y esto es también parte de un clásico. 

En el segundo tiempo, Ecuador mostró dos caras. Grave parecía la lesión de Pedro Quiñónez porque con su salida del campo, el equipo perdió esa recuperación. Carlos Gruezo no se asienta en la Selección como compañero de Cristhian Noboa. Fue un cambio no táctico:  se necesitaba alguien que cumpliera la misma función de Quiñónez. 

Luego hubo un cambio que sí mejoró el panorama ofensivo de La Tri. La salida de Miller Bolaños, de bajo rendimiento, para dar paso a Renato Ibarra dio una mayor movilidad al equipo con Énner desplazado hacia la posición.

Ecuador fue una paradoja: se mejoró el ataque pero se perdió la recuperación. Y eso fue lo que pasó para el gol de la ventaja de Perú, marcado por Renato Tapia. 

Y Ecuador, tal como en la Copa América, viéndose en desventaja ante Perú, se fue con todo. Casi consiguió el empate. Y entonces, no hubo serenidad, no la tuvo Michael Arroyo, de quien se esperaba algo más.