Williams Riveros, zaguero campeón con el Delfín de Manta

Williams Riveros, zaguero campeón con el Delfín de Manta. Foto: API

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25 de diciembre de 2019 10:00

El defensa Williams Riveros, de limpiador de muebles a campeón con Delfín

Pablo Campos

Asociar fútbol y pobreza parece un cliché. Pero, en el caso de la mayoría de los jugadores, la historia se repite: hogares pobres, carencias, una infancia con apuros y el fútbol como tabla de salvación. 


Williams Riveros, el zaguero más buscado en el mercado de pases ecuatorianos, tiene una historia emparentada con las necesidades. Hoy, el defensa de Delfín celebra la bonanza que le trajo el fútbol y la posibilidad de vivir en Manta, en un departamento con vista al mar.


Pero aquella no siempre fue su realidad. De pequeño en su natal Asunción tuvo que ayudar en la casa para llevar el pan: según le contó al diario Crónica de Paraguay, Riveros limpiaba muebles a domicilio para ganarse unos guaraníes.


El fútbol lo sedujo desde joven. En el 2010 se probó en el Sportivo Trinidense de su país, en donde jugó tres temporadas con un sueldo bajo. Entonces decidió irse a probar suerte en el Flandria, equipo del ascenso de Argentina, en donde terminó militando por cuatro temporadas.


Sus compañeros de Delfín, como Carlos Garcés, recuerdan las continuas anécdotas que Riveros relata sobre aquellas etapas. El mismo jugador lo contó en Manabí durante la pasada temporada: “En esos momentos en Argentina pasaba hambre y frío y ganaba poco. Pero tenía ganas de cumplir mi sueño de ser futbolista”.


El antecedente antes de llegar a Delfín fue Temperley, también de Argentina, cuadro con el que vivió un descenso. Casi sin cartel, llegó al elenco de Delfín, a mediados de la temporada 2018. Llamaba la atención por su cabellera larga y ensortijada, por sus pasos lentos y por su fuerza.


No le costó nada adaptarse al esquema del DT Fabián Bustos, técnico con el que se consagró en esta temporada. “Para Fabián, el orden defensivo es importante. El equipo tiene que asegurar el cero en la portería y después generar los espacios para que Roberto Ordóñez y Carlos Garcés lastimen a los rivales en el ataque”.


Garcés se convirtió en uno de sus amigos y anfitriones en el puerto manabita. Cuando el equipo concentraba, los dos compartían habitación y posteaban fotos juntos. Cómodo en la ciudad, importante en el esquema táctico de Bustos, esta campaña Riveros explotó como un comandante en el centro de la zaga del equipo manabita.


El guaraní jugó 35 partidos con el campeón. Solo estuvo ausente en un partido. Marcó tres goles y recibió cuatro tarjetas amarillas. La influencia de Riveros fue creciendo en los ‘playoffs’. Su buen cabezazo defensivo y en ataque se hizo evidente en series duras como las vividas ante Independiente y Macará.


En la final con Liga tuvo duelos permanentes con Cristian Martínez Borja y tomó riesgos para reducir el impacto del juego del colombiano: adelantaba la posición cuando el ariete retrocedía e intentaba quitarle el esférico antes de que haga sus tradicionales giros. Tiene contrato vigente con Delfín y está motivado con la posibilidad de jugar su segunda Copa Libertadores (esta campaña fue titular en los duelos ante Nacional paraguayo y Caracas). Pero existen equipos interesados, entre ellos el Barcelona de su ex DT, Bustos. 




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