El equipo se proclamó campeón de la Copa Pichincha y ocupará el lugar dejado por Deportivo Quito en Segunda. Fotos: Cortesía Gabriel Carpio

El equipo se proclamó campeón de la Copa Pichincha y ocupará el lugar dejado por Deportivo Quito en Segunda. Fotos: Cortesía Gabriel Carpio

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13 de enero de 2019 16:05

Da Encarnacao, el club de barrio que llegó al fútbol profesional

Pablo Campos

Isaac Maldonado tiene 25 años y juega como volante. Se formó en Espoli pero también obtuvo experiencia en Clan Juvenil y Cuniburo. Vive en Carcelén desde que tiene 15 años y ayuda a su padre en el negocio familiar: un pequeño taller dedicado a realizar copias de llaves. 


En las tardes, cuando la puerta del negocio se cierra, él retoma su sueño de ser futbolista. Es el capitán del Da Encarnacao, el cuadro del barrio que en diciembre pasado consiguió el ascenso al fútbol profesional, a la Segunda Categoría de Pichincha.


Maldonado es pequeño, amistoso y tiene el tono de voz pausado. La noche del pasado miércoles, el futbolista terminó sus labores de obrero y se enfundó el uniforme amarillo chillón del equipo, para entrenarse en el estadio de la liga barrial, en Carcelén Alto.


Ese día, los futbolistas fueron citados por el entrenador y dueño del equipo, Miguel da Encarnacao, para probar a un puñado de futbolistas del barrio y sus alrededores. Los mejores de aquel ‘casting’ serían tomados en cuenta para formar parte del actual campeón de la Copa Pichincha.


Desde el 12 de diciembre, cuando los ‘Leones de Carcelén’, como se hacen llamar, vencieron al Valle FC por penales en la final de la Copa jugada en el estadio Rumiñahui, el mundo va más de prisa en la pequeña organización. 


Lo reconoce el propio Da Encarnacao, un entrenador quiteño con raíces francesas y portuguesas. Él también vive en Carcelén Alto y trabajó en la escuela de fútbol de Deportivo Quito hasta el 2009.


Ese año decidió salir de la ‘AKD’ y formar una academia de fútbol, apoyado por padres de familia del sector. “Profe, al nuevo equipo póngale su nombre pues”, le dijeron y Miguel aceptó el reto.


El equipo adquirió personería jurídica en el 2013 y comenzó a disputar las categorías de ascenso con una filosofía clara: ser el equipo de Carcelén. “El 90% de nuestros jugadores vive aquí o en sectores aledaños como Carapungo, Calderón, La Roldós, Pisulí”, dice el DT-dirigente.


Los jugadores suelen entrenarse en la tarde y noche, con frío y viento. Así lo hicieron el último jueves en la irregular superficie de la cancha barrial, donde suelen formarse remolinos. Ese día, Alexander Ambrossi, de 18 años, hijo de Paúl, el exlateral de Liga y la Selección, juntó sus manos y las llevó a la boca para sentir calor.


Ambrossi hijo actúa como delantero. El joven mantiene aquella tesis de que en Da Encarnacao todos son amigos. Él vive junto a sus padres en el sector y cuando salió de Liga se enroló al equipo en su anhelo de alcanzar el profesionalismo.


Ambrossi padre, en cambio, es vicepresidente del equipo y aporta con sus años de experiencia en el fútbol y también es uno de los auspiciantes del equipo a través de su empresa Ambromayor, una firma especialista en avalúos, catastros y bienes raíces. Gabriel Carpio, presidente del club, es tío de Alexander Ambrossi. Afónico por la gripe, cuenta que hasta el año pasado los auspicios que llegaban tenían valores más modestos: USD 3 000 por año por aparecer en el pecho.


Sin embargo, este año el presupuesto ha crecido. El equipo necesita USD 100 000 para participar en la primera fase del torneo de Segunda, que organiza AFNA. La versión es del coronel Luis Tobar, exgerente de El Nacional, quien- también se ha sumado para aportar su experiencia. “Este es un proyecto innovador, fresco, de barrio. Queremos formar jugadores de Quito para Quito”.


Por los contactos de Miguel da Encarnacao en Francia, el equipo logró una alianza con L’Avenir Foot Lozere, un cuadro francés que milita en la tercera categoría. Allá juega un futbolista formado en Carcelén: Mateo Valencia, volante central, que ya lleva cinco partidos y marcó un gol. Ambrossi también realizó una pasantía.


Cae la noche en Carcelén. El DT Da Encarnacao se lleva un silbato a la boca y termina la práctica. “De aquí no paramos hasta ir a Primera. Iremos creciendo”, dice convencido. 


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