Los albos de Liga de Quito se recuperan con tecnología y experiencia

Ándersson Ordóñez camina despacio por el departamento médico del complejo de Pomasqui de Liga de Quito. Hace tres semanas le llegaron sus plantillas de fibra de carbono que le permiten tolerar zapatos casuales y zapatillas deportivas. Por recomendación de los médicos aún no puede patear un balón o hacer trotes en terrenos irregulares.

​El zaguero central guayaquileño es el jugador que más tiempo ha pasado en fisioterapia y en enfermería. En agosto del año pasado sufrió una lesión en su pie izquierdo. Parecía manejable para los galenos del club, pero en una práctica recibió un pisotón en la zona afectada que le obligó a someterse a una operación de la placa plantar de su dedo gordo.

​La ‘Musa’, como llaman al defensor de 25 años, deberá usar durante un año sus plantillas especiales, que son más rígidas que las habituales. Las sesiones de fisioterapia se han vuelto parte de su rutina. Recibe masajes en la zona afectada y luego pasa a una caminadora antigravedad que adquirió el club en la temporada pasada. Este es el caso más extremo que han tenido que atender los integrantes del cuerpo médico, en los últimos 10 años.

​Javier Flores, fisioterapeuta especializado en la readaptación deportiva, afirma que la lesión tomó por sorpresa a todos en el club. En sus 13 años al servicio de LDU, era la primera vez que veía un caso semejante al de Ordóñez.

​“La lesión que sufrió la ‘Musa’ no es común en futbolistas. Acá en Liga no habíamos tenido un paciente con ese diagnóstico y eso nos obligó a estudiar y buscar la forma de darle el mejor tratamiento”, dice Flores, mientras inspecciona los trabajos que realiza en cancha Djorkaeff Reasco, quien sufrió una lesión de ligamentos hace cinco meses. 

Fernando Iza, fisioterapeuta de los albos desde 1986, añade que las lesiones son tratadas junto a los especialistas. Otro jugador que acude cada mañana a este centro médico es el argentino Hernán Pellerano, quien sufrió una rotura de ligamento cruzado anterior, colateral medial y del menisco interno. El zaguero central fue operado en su país por Jorge Batista, reconocido médico de Boca Juniors.

​“Estamos en contacto permanente con el médico. La clave de una buena fisioterapia es que los doctores tratantes evalúen el proceso de recuperación del deportista”, dice Iza.

​Esta semana Adrián Gabbarini utilizó la caminadora antigravedad. Este aparato permite reducir hasta el 35% del peso del paciente y hace que la actividad sea más llevadera. Su lesión no es grave, una distensión en la rodilla derecha. Sin embargo pasó directamente a la enfermería del club.

Según Iza, las lesiones en los primeros partidos de la temporada son normales. Sucede porque el cuerpo se está reacomodando a la actividad física. Algunos generan mayor desgaste en pretemporada y, a la hora de jugar, cualquier golpe o molestia puede desencadenar en alguna lesión mayor.

Para la fisioterapia, Liga remodeló sus instalaciones. Ahora cuenta con una zona húmeda para la recuperación de sus jugadores. Un hidromasaje, una piscina polar que permanece a 6 grados centígrados y otra que es exclusivamente para las terapias. Esta última tiene una caminadora, una bicicleta y un trampolín que son utilizados por los pacientes.

“Trabajar en piscina es bueno porque hace que los jugadores se concentren en la zona afectada y en la actividad que realizan. La resistencia que produce el agua es clave en lesiones del tren inferior”, asegura Richard Cabezas, médico de los universitarios.

Actualmente los albos tienen seis jugadores en rehabilitación. Horacio Salaberry ya está recuperado, pero Reasco aún tiene que cumplir dos meses más de terapia. Él trabaja con Flores en la readaptación deportiva, mientras que Iza se queda bajo sombra, pero recuperando a los lesionados más graves que tiene la plantilla. 

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