Neymar

El astro Neymar (izq.) volvió a ser la gran figura en el triunfo del Brasil al marcar dos goles. Foto: EFE

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17 de agosto de 2016 13:36

Brasil aplastó 6-0 a Honduras y es finalista de los Juegos Olímpicos

Agencia DPA

La selección brasileña de fútbol está a un paso del primer oro olímpico de su historia al clasificarse este miércoles 17 de agosto a la final de los Juegos de Río de Janeiro destrozando a Honduras por 6-0.


Neymar adelantó a los locales a los 15 segundos, Gabriel Jesús anotó en los minutos 25 y 34, Marquinhos a los 51, Luan a los 79 y otra vez Neymar, de penal, a los 92.


El equipo local disputará el sábado en el Maracaná el partido decisivo ante el vencedor de Alemania y Nigeria, que se enfrentarán más tarde en la segunda semifinal del certamen.


Todo fue fácil para Brasil, demasiado fácil. Desde el primer segundo, porque el comienzo fue como mínimo insólito. A los 15 segundos, Neymar fue a presionar el relajado toque de la última línea hondureña, se enredó Palacios, el capitán brasileño le quitó la pelota, punteó sobre la salida apresurada de López, hubo doble rebote en el arquero y el delantero, y la pelota, casi llorando, se fue hacia la red para establecer el 1-0.


Si ya de por sí podía presumirse que la instancia le quedaba muy grande a los inexpertos jugadores "catrachos", el error inicial les resultó insuperable, y solo pudieron recurrir a las faltas constantes para frenar el ímpetu de sus rivales.

A los 25 ocurrió lo inevitable. Jugada vertiginosa de Brasil, recuperación y tres toques. El último, muy preciso de Gabriel Jesús por debajo del cuerpo de López, concretó el 2-0 y prácticamente liquidó el pleito, aunque quedara más de una hora de juego.


Lo que siguió fue simplemente una fiesta "verdeamarela". En el 34, Neymar, totalmente reinstalado en la idolatría de la "torcida", metió un inmejorable pase en profundidad a Gabriel Jesús, que volvió a ganarle la espalda a Pereira y definió sin problemas: 3-0.


Lo de Honduras era desastroso en el aspecto colectivo y pésimo en el individual. Sus jugadores perdían todos los duelos uno contra uno frente a sus rivales, eran incapaces de encadenar tres pases seguidos, no achicaban a los volantes locales en el medio y dejaban gigantescos espacios atrás. Es decir, una invitación a que los golearan.


Brasil se entrenaba bajo el sol carioca mientras los hondureños no hacían nada por dignificar su presencia en una semifinal olímpica.


Cuando a los 51 Marquinhos se dio el lujo de llevarse por delante en el área chica un centro de Neymar, fallar el disparo, girarse para recuperar la pelota y marcar el 4-0 quedó clara la actitud competitiva de cada equipo. Luan hizo el 5-0 con un remate solo frente al arco y Neymar cerró la goleada con un penal al último minuto.


Por entonces, el público ya estaba de fiesta. Se dedicaba a pedir respeto, diciendo con claridad: "Yo no soy argentino, yo soy brasileño". O imaginar, y desear, una final contra Alemania ("Te vamos a esperar que puedas llegar", decía la rima), con ansias de revancha por el célebre 7-1 del Mundial 2014, aunque en los Juegos los equipos sean sub 23.


Cierto es que los locales alcanzan el partido decisivo en un estado óptimo. Después de un arranque lleno de críticas y dudas, Micale encontró una alineación titular, y lo que resulta aun mejor, una forma de jugar.


Más favorito que nunca, dentro de 72 horas el Brasil futbolístico tendrá, ante Alemania o Nigeria y otra vez en el Maracaná, la gran oportunidad de ganar el único título que le falta en sus vitrinas. Solo los fantasmas de antaño parecen en condiciones de amargarles la gran fiesta. Pero los fantasmas no existen