Dos jugadores al que no se volverá a ver en Independiente: Librado Azcona y Arturo Mina.

Dos jugadores al que no se volverá a ver en Independiente: Librado Azcona y Arturo Mina.

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27 de julio de 2016 22:05

Independiente perdió la final pero ganó el respeto de todo el país

Santiago Estrella

No pudo ser. Independiente cayó derrotado 1-0 en el estadio Atanasio Girardot. No puede haber consuelo ante una derrota en una final. Pero mirando con cierta perspectiva, Independiente ya ganó con un gran equipo al que ya no volveremos a ver por el éxodo de sus jugadores. 


Llegó a la final merecidamente; es un equipo joven y serio en su organización. Muchos equipos de larga tradición, centenarios incluso,
aún sueñan con estar en esta instancia y la miran casi como una utopía.

Enfrente tuvo a un gran equipo. Atlético Nacional fue considerado -y a la luz de los hechos es así- el mejor equipo de esta Copa Libertadores. Independiente del Valle no pudo controlar la pelota ante un rival durísimo, sobre todo en el primer tiempo. 

Es que Independiente en la primera mitad jugó como nos tenía acostumbrado en esta Copa Libertadores. Pasaron mal: el gol llegó a los ocho minutos. Y fue fruto de un error. Los goles, en general, son producto de los errores. Eso sostenía Carlos Bilardo, DT de Argentina campeón mundial en 1986, decía que los golazos no existen porque siempre provienen de errores. 

Pero de eso se trata el fútbol: de provocar errores. Y justo Arturo Mina, quien volvía a la cancha aún con la molestia en su pierna, no pudo rechazar como habría querido. Ahí entró el talento de Miguel Borja para su remate cruzado, a la esquina, imposible para cualquier arquero. 

Sí. Atlético Nacional es el mejor equipo de la Copa Libertadores. Pero no sobrepasó a Independiente. Y  mucho menos en el segundo tiempo. Algo tiene este Independiente del Valle que supo siempre recomponerse para el segundo tiempo. Los méritos del técnico Pablo Repetto son indudables. 

Jugó mejor. Dominó la pelota. Puso  nervioso a su rival. A Reinaldo Rueda, quien hizo de este Nacional lo que es, no le gustaba lo que hacía. Tuvo más oportunidades que en el primero (en realidad tuvo solo una), pero no fue contundente. Además, el árbitro perjudicó al equipo al no cobrar una falta en el área a Johnny Uchuari. 

Son esas cosas del fútbol que uno siempre termina lamentando y recordando. Pero algo deja este Independiente y que el fútbol ecuatoriano debe reconocer, agradecer y aplaudir. Es un gran vicecampeón. Dicen que a los segundos no lo recuerda nadie. Es posible. Pero lo que hizo este equipo en la coyuntura de un país que sufre los estragos de un terremoto, es una lección para los otros equipos ecuatorianos que no saben siquiera cómo hacer para financiarse, vivir sin deudas, a pesar de tener hinchadas mucho más cuantiosos pero que internacionalmente son apenas el suspiro de un sueño.

¡Gracias Independiente! Para muchos, la alegría por lo que hicieron en la Copa Libertadores durará mucho tiempo, aunque perder una final siempre duela. Tal es la dignidad de Independiente que se quedó a mirar cómo se premiaba al campeón.