Periodista. El fútbol tiene mentiras y verdades, derrotas y fracasos, hinchas y noveleros, política y demagogia, estrellas y estrellados, goles y autogoles, honestidad y corrupción, debuts y despedidas. Pero tranquilos, es solo un juego. Puedes seguirme en Twitter: @costadaniel94
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lunes 26 de agosto 2019

El fútbol femenino ecuatoriano, lejos de ser profesional

Daniel Costa

Fuerza Amarilla terminó la primera etapa con 128 goles en contra, al finalizar la primera etapa de la naciente Superliga femenina. El equipo de Machala recibió 42 goles en dos partidos (21-0 frente a Emelec y 21-1 ante Deportivo Cuenca). Además, en más de una ocasión se presentó con diez o siete jugadoras a un cotejo. Penoso.


Ocho clubes avanzaron a la siguiente ronda, mientras que seis descendieron. La meta de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF), ente organizador del certamen, es la búsqueda de la profesionalización del fútbol femenino en el país. Sin embargo, la meta está muy lejana.


¿Cómo están conformados los equipos femeninos? Hay tres respuestas. La Ecuafútbol pide, al menos, que cinco jugadoras de un club presenten rol de pagos. De ahí, el resto es viveza criolla. Los planteles pueden tener contratos de futbolistas ‘aficionadas’ (lo que implica que no se les pague un sueldo ni se les afilie al Instituto Ecuatoriano de Seguro Social, IESS). La última es que los equipos deben contar con futbolistas juveniles (tampoco se les paga).


¿Qué sucedió? La mayoría de planteles están llenos de jugadoras aficionadas y juveniles. Fernanda Vásconez, capitana del Club Ñañas, explica el motivo. “Es muy complicado tener auspicios. Nosotros somos uno de los equipos que más paga a sus jugadoras, incluso siendo el equipo que no tiene ningún apoyo de un club masculino o de una universidad. Todo es autogestión”.


La realidad es que no hay 22 clubes que sean como Ñañas, así como en la LigaPro no hay 16 Independientes del Valle. Lo cierto es que hay equipos como Fuerza Amarilla, que ahora gozan de tener representación en el balompié masculino y femenino. Sí, ese club machaleño que pierde puntos por no presentar roles de pago, en el que desfilan entrenadores y en el que sus propios jugadores tienen que vender entradas para obtener algo de dinero para su quincena.

Las integrantes del 'Expreso Austral' demostraron su superiordidad de principio a fin ante sus similares de Macará. Foto: Manuel Quizhpe / BF

Las integrantes del 'Expreso Austral' que interviene en la Superliga.  / BF


Si en la LigaPro hay una distancia abismal entre clubes (estructuralmente), en la Superliga se evidencia mucho más. Equipos como Independiente del Valle (terminó puntero con 56 puntos e invicto), firmó un convenio con la Universidad San Francisco de Quito para armar su plantel. Y del otro lado, Fuerza Amarilla no presenta 11 jugadoras a varios compromisos. Los clubes descendidos tienen el peor castigo. Bajarán a jugar en el fútbol amateur. Pero ¿este torneo no es semi-amateur?

Hay que establecer que, respecto a años anteriores, sí hay una mejoría. Por ejemplo, en la organización. Cómo olvidar el torneo pasado, cuando los equipos jugaron tres partidos en tres días. Inhumano. Ya existe un cronograma y así los clubes pueden planificar sus actividades. Quiero destacar el profesionalismo de las protagonistas, las jugadoras. Muchas sin ganar un sueldo, muchas siendo madres, muchas que ponen de su propio dinero para entrenar están semana a semana defendiendo a su equipo.


Espero que, el discurso de la FEF por evolucionar en el fútbol femenino, no quede en una sanata. Que las buenas intensiones no queden en eso. El torneo nacional está dividido por zonas geográficas, la Superliga no tiene derechos de transmisión por TV y los clubes no pagan a la mayoría de sus jugadoras. Espero que la Ecuafútbol no ponga al final del listado de ‘pendientes por resolver’ al fútbol femenino, porque si es así, nunca cambiará la realidad.