¡Que un árbitro pite el final del fútbol en Ecuador!
La actividad futbolística en el país debería terminar. Ya en 2021 se podría, con mucho más conocimiento, criterio y analizando el avance de otras ligas, reactivar la pasión de muchos. Si esperamos que los directivos de la LigaPro den ese paso, estamos jodidos, hay intereses económicos de por medio. El balón lo debería pedir el Gobierno, pero a ellos también les quema en los botines.
Ecuador es uno de los países más afectados en América Latina por el nuevo coronavirus. El patógeno, que tomó por sorpresa al mundo, ha expuesto al país, desnudando todas sus miserias. Ante esto, ¿qué sentido tendría reanudar el balompié nacional? La misión de todos debería ser evitar la propagación del Covid-19.
El titular de Liga Pro, Miguel Ángel Loor, anunció que su deseo es que el fútbol vuelva en julio. Claro, él y el resto de saco y corbata no estarán en el rectángulo de juego. Verán el desarrollo de los partidos desde la comodidad de sus casas. Futbolistas, cuerpos técnicos, árbitros, médicos, camarógrafos, en fin, serán los sacrificados, y por ende sus familias.
¿Qué tipo de garantías podría tener el futbolista para motivar su retorno? Ridiculeces, como jugar con mascarilla, no ayudan en nada. Sabemos lo estorboso que resulta el tapabocas. En Europa, y en algunas de sus Ligas, se propone reducir el tiempo de juego, no celebrar los goles en grupo, prohibir a los protagonistas escupir, y algunas cosas más.
La esencia del juego se perderá por completo y la falta de público en las gradas, por obvias razones, le quitará el encanto. En la cancha, el futbolista mirará con recelo al rival y a su propio compañero. ¿Qué espectáculo le quieren brindar al televidente?, al que por cierto le pretenden cobrar por ver el torneo, como si ahora no existiesen otras prioridades. Gente que en el día a día, se juega la vida en las calles por llevar comida a sus casas, y otras que no asimilan siquiera el impacto de haberse quedado sin empleo.
Para evitar pérdidas económicas en instituciones deportivas, quizá hasta su quiebra, se debería crear mesas de diálogo virtuales, con el afán de escuchar propuestas. Buscar la reducción salarial en jugadores que más ganan. Ayudar económicamente a las divisiones formativas, sin olvidarse del fútbol femenino. Directivos, llegó la hora de no pensar en ganancias, y ceder un poquito, de lo que les sobra, al que no tiene nada.
Ministros: María Paula Romo, Juan Carlos Zevallos, secretaría del Deporte y resto de autoridades competentes, sean ustedes los que se vistan de negro, los que se lleven el silbido a la boca, los que determinen: “hasta aquí no más, jóvenes, nos vemos el próximo año”. Ya vendrán días mejores, con la bendición de Dios. Entonces la pelota volverá a rodar, limpia y alegre, para contento de muchos.