Ejerce el periodismo desde el 2003, es autor de libros como Ídolos deportivos y fans en internet (2013); Gerencia del Deporte en el Siglo XXI (2017) y Detrás del juego. Estudio de mercado del fútbol ecuatoriano (2018); colaborador de prestigiosas revistas a nivel mundial y profesor de Periodismo Deportivo en la Universidad Central del Ecuador. Actualmente forma parte del staff de deportes en Radio Pichincha Universal.
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lunes 15 de julio 2019

Cuando el capitán de Brasil dirigió en Ecuador

Andrés Luna
Opnión (O)
​Twitter: @alunamontalvo

Fue el capitán de la selección brasileña de fútbol en el Mundial de México 86 y guía de un Corinthians multicampeón, también uno de los futbolistas más respetados de Brasil y su estampa brillaba igual dentro que fuera de la cancha. Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira fue un médico graduado por la Universidad de São Paulo y en 1983 condecorado como el mejor futbolista de Sudamérica.


Todavía como un hombre público y autoridad en la opinión de la política en su país, fue invitado por el alcalde de Quito, Jamil Mahuad, a participar de una agenda municipal donde cumplió algunas actividades recreativas en la capital. Mahuad, que había sido dirigente deportivo de la Universidad Católica, promovió junto a su vicealcalde de la época, el reconocido periodista deportivo Carlos Efraín Machado, varios actos públicos como alguno que se celebró en el Coliseo Julio Cesar Hidalgo.

Sócrates fue también testigo del “Superclásico” donde Liga de Quito derrotó uno por cero al Aucas. Camino a un almuerzo en la casa de Darío Ávila, prominente dirigente del equipo universitario, sintetizó el juego sentenciando que “Liga es un buen equipo… pero no tiene Técnico”.

Para 1996, Liga buscaba un Técnico y en cinco minutos Sócrates aceptó venir nuevamente a Ecuador. Lo fue a buscar el propio Ávila a Sao Paulo en un viaje donde lo acompañó una de las glorias del título de 1969, Carlos Ríos, quien sería su asistente. Los ecuatorianos, que en un 50 por ciento hinchaban por Brasil y la otra mitad por Argentina en los Mundiales, recibieron a Sócrates en el antiguo aeropuerto Mariscal Sucre con 2500 personas.


Luego de los entrenamientos, la mayoría de ellos convencionales, juntaba a los jugadores para enseñarles a patear tiros libres y penales; “más que un director técnico, era un profesor de fútbol”. El periodista argentino Joaquín Roffé contó recientemente en un artículo dedicado al “Doctor”, que cuando lideraba la “Democracia Corinthiana”, movimiento contestatario originado en el club del mismo nombre que promovía el voto democrático para tomar cualquier decisión, “en una gira por Japón, el delantero Walter Casagrande extrañaba mucho a su novia, por lo cual el plantel votó si debía volver a Brasil para verla o no.

Finalmente no se lo permitieron pero lo importante es que votaron y dejaron que se decidiera qué hacer, a través de una elección democrática”; votar, en Brasil, era una forma de protesta contra la dictadura militar que gobernó ese país entre 1964 y 1985.

Su estancia en Ecuador duró apenas tres meses, las 'saudades' brasileñas, que no son más que los sentimientos de soledad, nostalgia y añoranza por lo propio, fueron empequeñeciendo al dos veces mundialista y líder del mejor Brasil que existió sin Pelé.

Un sábado sin entrenamientos en Pomasqui, el presidente del club lo buscó en el antiguo Chozón y llegó hasta su habitación, golpeó una vez, luego otra y al final abrió la puerta. Sócrates estaba recostado en su cama, despierto, mirando al techo; “Profesor, ¿qué le pasa?”, preguntó el dirigente; “Comandante, extraño mucho a la princesa”, respondió.

“Comandante” era el calificativo con el que respetuosamente se dirigía a Darío Ávila y “La princesa” era su tierna novia de 20 años que lo esperaba en Brasil para arrullarlo. Esta vez no había “Democracia Corinthiana” que le impida volver por su mujer, como le sucedió a Casagrande en Japón, y horas más tarde el gigante Sócrates de Oliveira tomaría su vuelo de regreso para nunca más volver.