Ejerce el periodismo desde el 2003, es autor de libros como Ídolos deportivos y fans en internet (2013); Gerencia del Deporte en el Siglo XXI (2017) y Detrás del juego. Estudio de mercado del fútbol ecuatoriano (2018); colaborador de prestigiosas revistas a nivel mundial y profesor de Periodismo Deportivo en la Universidad Central del Ecuador. Actualmente forma parte del staff de deportes en Radio Pichincha Universal.
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lunes 18 de octubre 2021

El Nacional de vuelta al pantano

Andrés Luna
Twitter: @alunamontalvo

Había al menos treinta medios de comunicación esperando afuera de la Salida Internacional del antiguo aeropuerto Mariscal Sucre. Ahí mismo, en el actual Parque Bicentenario, donde ahora pasean niños y padres con sus pelotas y bicicletas. Se habían amontonado para recibir a la estrella brasileña del momento, el sucesor de Pelé elegido por el propio Pelé, era Robinho, “el Rey de la Bicicleta”. Santos llegaba a Quito para jugar contra el poderoso El Nacional por la tercera fecha de la Copa Libertadores 2003, un torneo al que “los puros criollos” lo jugaban casi todos los años.


Cuando salió Robinho la prensa se abalanzó sobre él, el quedarme fuera de base para alcanzar la nota del día, me permitió elevar la cabeza para ver qué más podía obtener de aquella cobertura internacional, la primera en mi carrera, en mi segundo día de trabajo en un medio de comunicación. Salió todo el equipo del Santos y me acerqué a un joven de un metro sesenta de estatura que acaba de cumplir 18 años hace apenas once días. “Bienvenido a Ecuador, ¿cómo te llamas?”, alcancé a preguntar; “Diego”, respondió, mientras nos acomodamos fuera del autobús para una corta pero exclusiva entrevista, mano a mano, con Diego Ribas, el compañero de fórmula de Robinho. “Sabemos que la altitud puede afectarnos, pero venimos a ganar”, se podía inferir de ese portugués acentuado de quien ha viajado poco por el mundo, como le iba a suceder corto tiempo después, cuando vestiría las camisetas del Oporto, Werder Bremen, Juventus o el Atlético de Madrid. “Hemos ganado hasta ahora todos nuestros partidos y no queremos que este sea una excepción”.


Diego está ahora por conseguir su segunda Copa Libertadores con Flamengo, Robinho condenado a nueve años de prisión por agresión sexual en 2013. La anécdota viene a mi cabeza tras recordar lo que significaba El Nacional para mi generación y las inmediatas anteriores. Era el club de Pichincha por excelencia; gracias a 'La Máquina', los periodistas de Quito podíamos cubrir finales de campeonato y mirar a los mejores equipos de América aterrizar en la capital del Ecuador, como sucedió ocho años antes, cuando en la Libertadores 1995, en partido disputado a las 12:00, el Olímpico Atahualpa repleto celebró la victoria uno a cero sobre Palmeiras, pero no cualquier Palmeiras, sino el de Roberto Carlos, Flávio Conceição, Rivaldo y Edmundo.


Pero tampoco era cualquier El Nacional, sino el de Héctor Lautaro Chiriboga, Joffre Genaro Arroyo, Vilson Rosero, Diego Castañeda o Agustín Delgado. El bus que me llevaba a casa luego del colegio, sintonizaba la transmisión radial de la bronca que se provocó al final, incluida la famosa patada a la cámara de televisión de Edmundo, ya conocido en ese entonces como 'El Animal'. Las épocas de gloria terminaron en el 2006, su último título, el décimo tercero. En 2007 se eliminó por decreto la contribución obligatoria que realizaban los militares al club, y sin asignaciones estatales, los dirigentes debían ponerse a trabajar y gestionar recursos.


Pero el aporte de los militares no solamente era económico sino institucional, ese mismo El Nacional, que este año recorrió por las canchas más inhóspitas de la Serie B completando la plantilla con chicos de la Sub. 16, viajaba por el Ecuador en el imponente C130, el Hércules donde cabíamos periodistas y jugadores en revoltosos y ruidosos viajes. Las Fuerzas Armadas también prestaban su inteligencia para localizar a cualquier futbolista que hubiera cometido la imprudencia de no concentrar previo a algún partido importante. “Retirar el aporte de los militares es algo que estuvo bien, tenía que pasar, pero el problema es que el club no ha podido salir de ese modelo de gestión, resulta que las asambleas deben ser presididas por el Jefe del Comando Conjunto que siempre delega a alguien porque a él no le compete”, se lamenta Omar Vinicio Luna, socio civil de la institución, uno de los 100 que sí asiste a las Asambleas, de los más de 10.000 que registra el listado.


Con menos ambición, pero el amor intacto, los hinchas del 'rojo' celebraron la victoria sobre Gualaceo Sporting Club el pasado 06 de octubre de 2021, penúltima fecha, donde el equipo volvió, gracias a ese 4 a 2, a la zona del ascenso que finalmente perdió una semana después, el 13 de octubre, frente al Independiente Juniors, filial del Independiente del Valle, equipo condenado a no poder ascender por prohibición reglamentaria. Es El Nacional de José Villafuerte, Carlos Ron y Oscar Perdomo, pero ellos, protagonistas del Bi-Tri campeonato (76,77,78 y 82,83,84), ya no juegan, sino que dirigen y forman a futbolistas en una escuela de jóvenes a la que el club le apuesta para aferrarse a competir.


“No quiero pensar que no vayamos a ascender, pero desde ya me preocupa qué va a pasar cuando ascendamos”, me comentaba Galo Moscoso, histórico dirigente del Club, optimista con el desenlace del último partido, el 36. Escéptico con la gestión de la actual directiva, tampoco forma parte de un plan B: “la pandemia lo complicó todo, nos desmovilizó, los socios hemos bajado los brazos”. Los jóvenes que inundaron de lágrimas la cancha del estadio de Chillo Jijón, son parte de las ruinas de lo que algún día fue 'La Gloria del Fútbol'. “El sueño de todo jugador era llegar a El Nacional”, recuerda Wellington Sánchez, campeón en 1996, 2005, 2006 y símbolo del club. “Cuando hacía mis divisiones menores en la selección de Tungurahua, fuimos a un partido amistoso con una juvenil. Mi primera vez en Tumbaco me quedé impactado, las canchas, el sello de El Nacional en los platos donde comíamos, mi sueño en más fue llegar a El Nacional. El entorno era maravilloso”.


Para 'Viejo Willy' no es difícil identificar el momento de la debacle institucional. “No estuvieron preparados para la retirada del aporte militar”, sentencia quien jugó 12 de sus 22 años como profesional en el 'Bi-Tri'. “Los primeros años no se sintió mucho, pero en el 2008 algo percibí, por suerte pude salir con aparente tranquilidad. Ya estaban los comentarios de que no había plata para pagar este mes y El Nacional jamás había tenido esos inconvenientes”.


El porvenir es sombrío. Lucía Vallecilla, quien promovió su carrera dirigencial como abogada de la Federación Ecuatoriana de Fútbol de Luis Chiriboga, condicionó su continuidad como presidenta en el caso de que el club no ascendiese, pero ha soltado un ancla y asegura que mejor se quedará. “Se debe cambiar de administración, la señora incumplió con todo lo que ofreció en su plan de trabajo, incluso con los requisitos para ser candidata”, lamenta Enrique Villamagua, socio y dirigente de las barras organizadas. “El camino es que la directiva actual renuncie y en 30 días se convoque a elecciones, pero ¿quién se hace cargo de 8 millones de déficit y de armar un equipo competitivo?”.


Aunque estuvo cerca, El Nacional no pudo salir del pantano de la Serie B. Volverá el 2022 a jugar partidos invisibilizados y de poca trascendencia que increíblemente demandan un año. Sus fieles hinchas esperan que se conforme un equipo atractivo o al menos numeroso, y no de 18 futbolistas que fueron los que cargaron en su espalda esta temporada lamentable que finalizó. Gualaceo Sporting Club estuvo ascendido durante toda la última fecha gracias a un penal cobrado a los 10 segundos con el que le ganó a Atlético Santo Domingo.


El récord Guinness como el jugador que en menos tiempo lo han expulsado lo conserva el galés Vinnie Jones, cuando vio la tarjeta roja a los 5 segundos de iniciar un partido. A él se le atribuye una frase que deberán guardar los hinchas nacionalófilos para los partidos de la temporada que viene: “En el fútbol ganar no es lo más importante… siempre y cuando ganes”.