Ejerce el periodismo desde el 2003, es autor de libros como Ídolos deportivos y fans en internet (2013); Gerencia del Deporte en el Siglo XXI (2017) y Detrás del juego. Estudio de mercado del fútbol ecuatoriano (2018); colaborador de prestigiosas revistas a nivel mundial y profesor de Periodismo Deportivo en la Universidad Central del Ecuador. Actualmente forma parte del staff de deportes en Radio Pichincha Universal.
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martes 10 de septiembre 2019

El Mundial que organizará Ecuador en el 2030

Andrés Luna

En el contexto del primer boom petrolero, Diario El Comercio informaba a inicios de los setentas la intención de Ecuador de organizar el Mundial de Fútbol del 2002 que, según las proyecciones, iba a corresponderle a Sudamérica. Como sabemos, el evento viajó al Asia y para esa fecha nuestro país reflotaba de una profunda crisis económica. El Mundial no vino, pero nosotros fuimos por primera vez.


Lenin Moreno ha publicado en Twitter la propuesta hecha a los presidentes de Colombia y Perú, Iván Duque y Martín Vizcarra, de organizar un Mundial tripartito en el 2030, anuncio que más que entusiasmo, ha desempolvado el debate del rol de los países del tercer mundo en el mercado de la FIFA. Los últimos tres Mundiales de Fútbol organizados en Latinoamérica están cubiertos por un velo de controversias y desatinos.


La escritora argentina Beatriz Sarlo cuenta que durante el evento que organizó su país en 1978, “la gran mayoría de los argentinos vivió hechizada por el patriotismo de tribuna y salió a festejar por las calles las victorias del equipo local, sin percibir que esos festejos fortalecían la idea que la dictadura quería dar de las libertades públicas”. Daniel Passarella mostró la Copa conseguida por la selección anfitriona junto a los dictadores Jorge Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti, quienes un año después tuvieron que responderle a la Comisión de Derechos Humanos de la OEA por torturas, desapariciones y asesinatos.


El Mundial volvería en 1986 a Sudamérica y era Colombia la “favorecida”, sin embargo, es memorable el vehemente discurso del presidente Belisario Betancur, quien desistió de organizar el show por una cuestión de soberanía. Entre los dardos que lanzó Betancur en su comunicado, se califica a la organización del Mundial como un “desperdicio imperdonable”, denunciando que “no se cumplió la regla de oro, consistente en que el Mundial debería servir a Colombia y no Colombia a la multinacional del Mundial”. Finalmente fue enfático en expulsar al evento declarando que “aquí tenemos otras cosas que hacer, y no hay siquiera tiempo para atender las extravagancias de la FIFA y sus socios”.

México reciclaría el acontecimiento deportivo de 1986 pero no sin antes llevar a cabo la escandalosa “operación maquillaje”, que consistía en disfrazar zonas de miseria y catástrofe con “mejoras superficiales en el entorno urbano”, como lo cuenta León Felipe Telléz en su texto “México 86: el fútbol en medio de las crisis”, publicado por FLACSO en 2014. Nueve meses antes del Mundial, el país había sufrido un devastador terremoto de 8.1 grados en la escala de Richter y para febrero, a cuatro meses de la inauguración, el gobierno había entregado apenas nueve casas. Para el Mundial, en los principales barrios se hizo una simulación de reconstrucción mejorando la apariencia de algunas viviendas, repavimentación y alumbrado público. Felipe Ehrenberg, de la Coordinación Única de Damnificados, denunciaba que “lo que se ha hecho es maquillar a la ciudad, para no dar un aspecto desagradable a los visitantes extranjeros que vendrán a la Copa Mundial de Futbol”.

El acto de apertura del Mundial rinde honores a la diversidad cultural de Brasil. Foto: AFP

El acto de apertura del Mundial de Brasil. Foto: AFP


Pasarían 28 años para que la FIFA logre levantar nuevamente la carpa de su circo en Sudamérica y sería Brasil la anfitriona. 250 000 personas, todas ellas pobres, fueron desalojadas hacia los márgenes de Sao Paulo para evitar afear el espectáculo más visto del planeta.

La investigadora Alicia Hopkins calificó a Brasil 2014 como “el Mundial más caro de la historia”, luego de que el gobierno invirtió 15 mil millones de dólares para su ejecución, presupuesto que en buena parte se recogió de los recortes en salud y educación. Entre policías, tanquetas, balas, gas lacrimógeno y permanentes marchas (entre ellas la de los transportistas que dos días antes del juego de inauguración del 12 de junio entre Brasil y Croacia lograron un incremento salarial), se llevó a cabo el último Mundial del vecindario, que ahora han propuesto traerlo a Ecuador.

Sin duda que la agenda para reducir la pobreza, la inseguridad o la falta de empleo, serán asignaturas previas a la consumación de un Mundial en Colombia, Ecuador y Perú, caso contrario, uno avizora las réplicas de aquellas multitudinarias marchas en Brasil y Argentina, o aquellos carteles de ciudadanos mexicanos quienes antes de ver brillar a Diego Maradona decoraban sus avenidas diciendo “que el gobierno entienda, primero es la vivienda”, y el “no queremos goles, queremos soluciones”.