Ejerce el periodismo desde el 2003, es autor de libros como Ídolos deportivos y fans en internet (2013); Gerencia del Deporte en el Siglo XXI (2017) y Detrás del juego. Estudio de mercado del fútbol ecuatoriano (2018); colaborador de prestigiosas revistas a nivel mundial y profesor de Periodismo Deportivo en la Universidad Central del Ecuador. Actualmente forma parte del staff de deportes en Radio Pichincha Universal.
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sabado 23 de mayo 2020

Las independencias y el fútbol

Andrés Luna

La Batalla de Pichincha, conmemorada anualmente los 24 de mayo, constituye el evento independentista por excelencia de lo que hoy conocemos como Ecuador. Tras sus victorias decisivas en Venezuela y Colombia, el Ejército Libertador de Simón Bolívar avanzó hacia el sur y bajo el comando del mariscal Antonio José de Sucre, se adjudicó en 1824 una nueva ofensiva ante los Realistas, para lograr la independencia de todas las provincias adscritas a la Real Audiencia de Quito.


En 1825, meses después de la Batalla de Pichincha, se fundó la República de Bolívar, que cambió semanas después su denominación por Bolivia, cuando en el congreso se exclamó “si de Rómulo, Roma; de Bolívar, Bolivia”. Cien años más tarde nació el Club Bolívar de la Paz, el más ganador entre los bolivianos, con 22 títulos locales y una final de Copa Sudamericana.

El fútbol de Ecuador rindió tributo al Mariscal Sucre con el club de las fuerzas armadas que llevó durante cuatro años el nombre del prócer. En 1964 cambió su denominación por El Nacional, equipo que hasta hoy conserva la exclusividad de jugar con futbolistas ecuatorianos de nacimiento y ostenta el tercer lugar entre los más laureados del país. Cien años después de la Batalla de Ayacucho, que por su parte consumó militarmente la independencia del Perú, también Lima tuvo su Club Mariscal Sucre de Deportes, modesto equipo capitalino que desde 1925 disputó la idolatría distrital con Alianza Lima.


Casi con la Gran Colombia disuelta, el Gran Mariscal de Ayacucho fue asesinado cerca de Pasto, capital nariñense donde el equipo de la ciudad dio su única vuelta olímpica en 2006, justamente en el Estadio Departamental Libertad. Al enterarse de la muerte de su general, pocos alientos le quedaron a Bolívar que sentó accidentalmente raíces en la costa colombiana para atender su mortal tuberculosis. El lugar más visitado en Santa Marta es la Quinta de San Pedro Alejandrino, lugar donde terminó sus días el Libertador; el segundo más frecuentado es la estatua de Carlos 'El Pibe' Valderrama, uno de los futbolistas más insignes de Colombia, cuyo monumental homenaje se levanta a las afueras del estadio Eduardo Santos, donde disputó sus mejores años el Unión Magdalena y ganó el campeonato nacional de 1968, en una jornada memorable donde “la gente salta a la cancha, mi papá me agarra y me carga, la gente se enreda con los cables de los locutores que se abrazan con los jugadores”, tal cual la describe el famoso artista Carlos Vives, testigo presencial del milagro, en una crónica que él mismo escribió para revista Soho.

Días después de tomar Quito tras la batalla del 24 de Mayo, en julio de 1922 se reúnen en Guayaquil Simón Bolívar y José de San Martín, las figuras más resplandecientes de las guerras independentistas como lo detalla en su libro 'Masones argentinos' el periodista deportivo Mariano Hamilton o lo traslada a la ficción el propio Jorge Luis Borges en su cuento 'Guayaquil'. En Argentina, San Martín tiene su club de fútbol en San Juan, así como Manuel Belgrano, el creador de la bandera albiceleste, tiene el suyo en Córdova. También el Club Deportivo O'Higgins juega en la primera división de Chile, en tributo al libertador Bernardo O'Higgins, quien le puso “la estrella solitaria” a la bandera tricolor. Son los Libertadores de América en cuyo honor se disputa el torneo de clubes más importante del continente, porque el fútbol y las independencias tienen un romance inagotable.

El trofeo de la Copa Libertadores 2008 que logró Liga se exhibe en las vitrinas del estadio albo

El trofeo de la Copa Libertadores 2008 que logró Liga. El torneo lleva ese nombre en honor a los caudillos independentistas de América Latina.