Los referentes son una vergüenza
Mientras ellos estaban en la cima, todos los flashes los iluminaban. Eran felices y siempre se congratulaban cuando eran victoriosos, incluso si no jugaban o no eran convocados. Los mensajes en las redes sociales eran seguidos apoyándose mutuamente con términos como ‘mi hermano’, ‘mi socio’, ‘mi amigo’… Felicitaciones y deseos de suerte iban y venían.
Hoy, que ya no son considerados para la Selección, se olvidaron del verdadero sentido de vestir la camiseta tricolor, de alegrarse por quienes sí están. Los referentes ven a los jóvenes como enemigos, como simples extraños… o peor aún, como unos entrometidos quienes los desplazaron de sus puestos. Si no, ¿cómo más se explica que ninguno haya sido capaz de felicitar a los nuevos chicos que lograron victorias sobre Perú y Bolivia; de devolver la ilusión a todo un país?
Lo más criticable es que aún esperan vestir la camiseta de la Selección, a la que dejaron de representar con orgullo, sino solo con interés por los premios. Durante varios años, la afición ecuatoriana los respaldó, pero la mentalidad de los referentes cambió a medida que recibieron privilegios en el combinado.
Esas fueron viejas prácticas que ahora la FEF busca erradicar y que quizás logre conseguirlo. Al menos, entre los jóvenes se evidenció mucha felicidad y unión en el poco tiempo que trabajaron juntos. Hay que recordar que la convocatoria que realizó Jorge Célico fue con futbolistas experimentados como Mario Pineida, Fernando Gaibor, Romario Ibarra, Junior Sornoza… quienes ya participaron en anteriores procesos eliminatorios, pero también fueron relegados. Ellos, hoy acogieron a los más jóvenes y juntos mostraron solidaridad, entrega, ganas de triunfar por el país, algo que no se veía, quizás, desde la eliminatoria para el Mundial 2002.
La afición y la prensa están pendientes de alguna reacción de los referentes, sobre todo luego del último fracaso y el incidente del famoso ‘piso 17’, para motivar a los chicos que buscan abrirse paso en la Selección, tal como lo hicieron y se pavoneaban mientras se pusieron la camiseta tricolor. Pero no, eligieron el silencio y la indiferencia, por eso son una ‘vergüenza’.