Lo que el Bolillo Gómez quiso ocultar del fútbol ecuatoriano
El futbolista ecuatoriano es rebelde; quiere demostrar su valor, que creció y que es competitivo en cualquier cancha. Estos valores son lo que el ‘Bolillo’ Gómez quiso obviar y minimizar siempre ante los medios nacionales e internacionales, con esas absurdas comparaciones ante los históricos brasileños y argentinos.
La prueba de este anhelo por triunfar la dieron los equipos que compitieron este 2019 en los torneos internacionales, al margen de la desastrosa campaña de la Selección en la Copa América, haciéndose de menos ante el resto.
Emelec, por ejemplo, le planteó dura lucha a un súper Flamengo con jugadores repatriados desde Europa como Rafinha, del Bayern Múnich; Gerson, que militó en la Fiorentina y la Roma, y Pablo Marí, español que jugó en su país y en el Manchester City inglés. Este equipo debió recurrir a los penales para superar a un aguerrido equipo eléctrico, sin importar nombres ni trayectorias.
Liga de Quito ya está acostumbrado a lides internacionales y por ello avanzó a cuartos de final de la Copa Libertadores ante Olimpia, uno de los mejores primeros equipos clasificados de la fase de grupos.
Ni qué mencionar de las destacas presentaciones de los otros seis representantes en la edición 2019 de las copas Sudamericana y Libertdores, incluido Barcelona, que venció a Defensor de visitante y en casa, pero que se quedó fuera por un tema administrativo.
Son hechos que demuestran esa ambición de gloria de nuestros jugadores ecuatorianos, que casi se ven manchados por la pálida imagen de la Tri y del discurso pesimista de su ahora exentrenador.
En este contexto, la visión de la nueva directiva de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) de contratar a un seleccionador con mentalidad ganadora irá en concordancia con lo que exhiben y pelean los clubes y las selecciones menores. Es hora de demostrar que Ecuador está apto para competir de igual a igual en todos los niveles futbolísticos, aunque no se consigan los logros esperados. Ya es momento de participar y no solo competir y, mucho menos, aprender.