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miércoles 01 de junio 2016

Regla 10-8, Dios se los pague

Jorge Cruz
@eljacso

México era el Olimpo, donde las leyendas ecuatorianas eran elevadas a niveles superiores. Era la tierra prometida, donde Ítalo y Álex brillaron. Era parte del sueño futbolero de los ecuatorianos. Digo 'era' porque hoy -en 2016- es casi una sucursal del fútbol tricolor: no hay otro país que reciba a tantos ecuatorianos en las filas de sus equipos, que a su vez le abren puertas a otros que vendrán después, por ahora 15 paisanos juegan en esa liga.


México es importante para el fútbol de Ecuador y las decisiones que se tomen allí siempre van a merecer una particular atención. Hace unos días se aprobó una polémica normativa que han llamado la Regla 10-8, en la que se estipula que los cuadros mexicanos deberán llamar al menos ocho jugadores nacidos en ese país para cada partido, dentro de los 18 convocados.

Los dueños de los clubes
aztecas lo ven como una posibilidad de impulsar el talento joven, pues los técnicos y equipos deberán incluir a los jugadores naturalizados (o nacionalizados) dentro del conteo de extranjeros.

Hay quien ve el vaso medio -o casi- vacío. Muchas críticas han llegado por esta decisión, Jorge Vergara -el dueño de Chivas de Guadalajara- o Rafael Márquez -capitán de la Selección- han rechazado la iniciativa, afirmando que los clubes podrán incluso alinear 10 extranjeros en un partido. Para ellos, es un duro golpe a los actuales jugadores mexicanos y una fatalidad para las divisiones inferiores.

Bien, aquí es donde es necesario traer de vuelta la mirada a Ecuador… Nuestro fútbol tiene una valiosa oportunidad de pescar a río revuelto. La Regla 10-8 es una puerta fantástica para que jóvenes valores puedan asegurarse un espacio en esa lucrativa y mediática liga de fútbol. De los 30 jugadores que puede tener en total un club, se podría hablar hasta de 22 extranjeros…

¿Maquiavélico? ¿Oportunista? Sí, totalmente. Esto es como ser vendedor de paraguas en estos días en Quito, voy a querer vender todos los que pueda. El fútbol, maravilloso y sublime, es también un negocio y si México ha abierto de esta forma las puertas a su campeonato es mejor aprovecharlo ahora. Seguramente las normativas irán cambiando, pero mientras tanto… Dios les pague.