Isidro Romero Carbo, presidente vitalicio de Barcelona SC, es un ícono dirigencial del club canario

Isidro Romero Carbo, presidente vitalicio de Barcelona SC, es un ícono dirigencial del club canario

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15 de mayo de 2017 13:24

Romero pondera el trabajo de la directiva y criticó a las anteriores

Ronald Ladines

Isidro Romero Carbo, expresidente de Barcelona SC, habla sobre la institucionalidad del club, sus deudas y el crecimiento del fútbol ecuatoriano.


¿Qué sintió con el reconocimiento que le hizo Barcelona a inicios de mes?
Estoy muy agradecido con la directiva actual. Resulta que José Francisco Cevallos y Carlos Alfaro Moreno fueron mis jugadores en aquella época, en la que marcamos una historia en el fútbol de este país y de Sudamérica. Que se hayan acordado de mí en esta forma, me llenó de orgullo.


¿Cuánto cambiaron ellos en su paso a directivos?
Los veo y siguen siendo iguales, tienen los mismos conceptos de cuando eran jugadores. Son grandes profesionales, serios, y en la cancha dieron la vida por Barcelona. Creo que no han cambiado como directivos, dan todo por el club.


¿Cómo evalúa la gestión de ‘Pancho’ Cevallos?
Buena, fue campeón en su primer año, yo recién lo logré en mi tercero. Ojalá que Cevallos repita la corona, que le suene la trompeta, pero para hacer historia debe pasar 15 años al frente, como yo (risas).

¿Es difícil ser presidente de Barcelona?
Siempre me levanté alegre porque sabía el compromiso y las cosas que tenía que hacer por el club. No creo que sea difícil, complicado más bien. Si uno es optimista, con la mentalidad de solucionar los problemas, le irá bien.

¿Dejó deudas en el club?
Cuando salí de la institución dejé un patrimonio de USD 60 millones, sumado el estadio y los jugadores de la plantilla. Después de eso viene la historia que todos conocemos, dilapidaron todo, excepto el estadio, porque ese es un bien que no puede enajenarse. Hoy se habla de un déficit de USD 24 millones.

¿Cómo llegó el equipo a endeudarse tanto?
Es una barbaridad. Nunca se nos pasó por la cabeza que un equipo como Barcelona tenga una deuda tan grande, máximo llegó a USD 1 millón, todos nos preocupamos y nos asustamos. No hubo responsabilidad en las dirigencias.

¿Todo fue culpa de las dirigencias?
Absolutamente. No hubo presidentes buenos. Salvo ciertas excepciones, han destruido al club. Barcelona no tenía deudas hasta que lo agarró Maruri (Eduardo), desde entonces todo ha sido para peor.

¿Eso afecta a la gestión de Cevallos?
Le ha tocado lo duro y lo están solucionando. Han sabido responder a los juicios que han tenido y lo seguirán haciendo con los que vendrán, porque esto no para. Los aplaudo, han hecho una gran gestión financiera. Además, tienen un equipo que juega bien y la gente responde en el estadio.


¿Cree que ese apoyo de la gente seguirá cuando el equipo deje de jugar bien?
Se le ganó a Botafogo, pero en el fútbol no está nada escrito y podría perder después. Liga de Quito no vale ni un pepino en este instante, pero si daba el campanazo en el Monumental no significaría que Barcelona está destruido.

¿Liga de Quito no sirve?
Liga es una gran institución, con mucha historia, formó buenos equipos, pero ahora no atraviesa un buen momento. ¿Lo mismo ocurre con El Nacional? El Nacional de hoy en día no es ni una mala copia de lo que fue en los 80 o los 90. Lo mismo es con los demás equipos.

¿Antes había mayor competencia ?
Liga de Quito, El Nacional, Filanbanco... eran equipazos. Hoy en día es otro campeonato, el fútbol que vivimos era muy superior al actual torneo. En su momento, usted impulsó una Liga Profesional y hace poco quisieron hacer lo mismo.

¿Beneficiaría al fútbol nacional?
Lo intenté pero no funcionó. Actualmente, los clubes están quebrados, no habría diferencia si se hace una liga porque seguirán jugando los mismos equipos, no hay más.

Si no es con una Liga Profesional, ¿de dónde generar nuevos recursos?
Antes no es que había más dinero que ahora, ni tampoco la forma como opera el mercadeo actual. Lo que había era un ordenamiento de los gastos de los clubes, debidamente financiados. Entonces, o nos ajustábamos o poníamos dinero de nuestros bolsillos.