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miércoles 07 de diciembre 2016

Álex Aguinaga merecía otra oportunidad en Liga de Quito

Santiago Estrella
@santiaestrella

Aunque los resultados son implacables y el culpable siempre será el director técnico, todo el mal año de Liga Deportiva Universitaria no deba recaer sobre Álex Aguinaga. Él solo es la víctima final de un año que se parió mal y que tiene al equipo viviendo un presente que para muchos resulta bochornoso y preocupante económicamente.


Aguinaga llegó con una misión a mediados del año: corregir ese camerino. Y tenía pasta para eso. Es un referente del fútbol ecuatoriano. Es el mejor jugador ecuatoriano luego de Alberto Spencer. Es más, yo diría algo atrevido: a Spencer nadie lo podrá sacar de ese lugar. Pero yo hago una distinción: Spencer es el mejor futbolista ecuatoriano de todos los tiempos; Aguinaga fue el mejor de la historia del fútbol ecuatoriano porque estuvo en todos los grandes momentos de la Tricolor, en todas esas "primera vez": primera vez que se clasificó a un Mundial, primera vez que se ganó a Uruguay, a Argentina, a Brasil, primera vez que se ganó a Perú de visitante. Y hay un etcétera. 

En un camerino difícil como el de Liga, sospecho que nadie podrá conocerlo mejor y tener esa ascendencia como Aguinaga. Quiso mejorar el ambiente. Hasta llevó a los jugadores a Río Verde, las playas de Esmeraldas, prácticamente como un paseo de integración. Pero parece que se le fue de las manos. Lo que habría que averiguar es qué pasa en ese camerino. Pero eso es precisamente lo difícil porque los códigos del fútbol impiden que se conozca qué ocurre ahí adentro, pero algo se sabe, poco, pero algo. 

Y cuando se trata de camerino, no solo el técnico tiene la culpa. Hay jugadores que lo complican todo e impiden que se construya el colectivo. Eso parece que ocurrió en esta Liga 2016 con el desconcierto propio de los que no entienden qué mismo pasó si se invirtió tanto dinero. 

Aguinaga también propició una buena relación con la prensa. Dejó de lado toda esa novelería de trabajar a puertas cerradas, de atender a los medios solo un día a la semana unos pocos minutos. Y eso no deja de ser bueno, no porque uno oficia de periodista, sino porque es la mejor forma para que crezca el vínculo equipo-comunidad. Esa exquisitez de los técnicos de hoy, como si estuvieran inventando cada día algo nuevo  o como un secreto de Estado, solo aleja a la gente del equipo. 

Pero tampoco hubo acercamiento. La hinchada de Liga tiene un problema: no acompaña al equipo en las buenas y en las malas. Al menos, hubo poca gente en las malas de este año. Y así, Aguinaga paga por haberse arriesgado a dirigir un equipo con fallas de origen, que ni siquiera fue del todo armado por Claudio Borghi, menos aún Álvaro Gutiérrez. Y yo le habría dado una oportunidad desde el inicio. Pero ¿quién es uno para que eso importe?