Periodista deportivo con algunos años en el negocio. Le pego con las dos piernas y no me caigo, diría que parezco mas un muñeco de futbolín. Soy hincha del equipo que mejor juegue y adicto al fútbol en todas sus presentaciones. Burlo a la barrera y le hago un gol a Twitter en mi cuenta @ROMULOBARCOS
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jueves 15 de marzo 2018

Twitter también juega al fútbol

Rómulo Barcos

En esta época electrónica donde todos sabemos lo de todos, donde no se puede esconder nada y donde cada quien se expone de acuerdo a sus posibilidades digitales, Twitter toma un protagonismo inusitado en el ámbito futbolero.


Recuerdo hace algunos años atrás en Hannover (Alemania), en la génesis del Twitter, una facción de hinchadas rivales se citaron para sostener un duelo, el resultado: 8 muertos y 24 heridos de cuchillo. Ya en la era actual y a puertas de un cuadrangular amistoso en Guayaquil donde participarán Emelec, Barcelona, Delfín y Guayaquil City, me alarmo al descubrir cuentas de Twitter de gente identificada con Barcelona, en las cuales se invita a la guerra en el estadio Capwell.

Uno de los tuits advierte a los aficionados amarillos no concurrir al escenario con la familia o los niños pues el estadio de la calle San Martín quedará irreconocible luego de ser ´visitado´ por la hinchada canaria. Este tipo de manifestaciones no pueden pasar inadvertidas para las autoridades pertinentes, el periodismo y la opinión pública pues pone de manifiesto una alarmante degradación social en el ámbito deportivo.

Es sensato colegir que si existe una publicación en una red social donde además el sujeto que amenaza y advierte coloca su foto en el perfil, es mucho más fácil actuar de oficio por parte de las autoridades encargadas de frenar este tipo de manifestaciones de odio hacia un colectivo cuyo único pecado es amar un equipo con otro color de camiseta.


La parte preocupante de esta historia es que, seguramente, en el futuro las autoridades deportivas tomarán la decisión más sencilla, impedir el ingreso de espectadores visitantes a los partidos clásicos o sancionar a los equipos ´infractores´ con el cumplimiento de sus compromisos en cancha ajena, evitando la localía en sus ciudades de origen.

En la antigua Grecia se sancionaba los crímenes comunes castigando el arma asesina, el juez decidía enérgicamente hundirla en las aguas de un río, mientras tanto el ejecutante seguía en libertad. Es de esperarse que no ocurra lo mismo en el tema violencia en los estadios; la pelota no es responsable de la presencia de violentos en las gradas; los culpables son los trogloditas que asisten ignorando totalmente lo que ocurre en el verde rectángulo y apuntando directamente su odio y frustraciones al vecino que anima al equipo rival.

Hace algunos días atrás, Twitter contó la historia de un abuelo taxista de 85 años
que con cuatro nietos trabaja diariamente en su viejo auto para sacarlos adelante a pesar de un cáncer que lo consume. La opinión pública reaccionó de inmediato, lo atendió en su salud, le regaló un auto nuevo y becó a los cuatro chicos.

El mensaje final es que Twitter no solo existe para insultar, amenazar o sembrar el terror. La red social nos permite también advertir y prevenir como en este caso puntual donde un posible agresor se delata y se expone a puertas de un espectáculo deportivo.

Recuerden, Twitter también juega al fútbol.